No busco una vida perfecta. No busco un montón de tíos a
mí alrededor. No quiero bañarme en dinero ni que mis tetas no me dejen ver el
suelo. No necesito que me aplaudan con todo lo que hago ni que se rían de todas
mis bromas. No busco un tío que me regale cada semana una caja de bombones ni
de rosas. No tengo la necesidad de despertarme sabiendo que tengo el mundo a
mis pies y que me lo van a poner todo en bandeja. ¿A quién vamos a mentir?
Siempre he sido de las que cogen el camino difícil. De las que hacen lo fácil,
difícil y fácil, lo difícil. No pienso dejar que me den la vida por hecha. No
voy a dejar que nadie no me dé la oportunidad de equivocarme. Voy a ilusionarme
las veces que me dé la gana y me daré las hostias que haga falta. Me dejaré
llevar por impulsos y mi único plan será “lo no planificado siempre sale bien”.
No pienso rendirme en el primer ataque ni actuar como todo el mundo quiere que
actúe. Si quiero adelgazar, no voy a coger el camino fácil de meterme los dedos
hasta la garganta; eso es de cobardes. Si quiero conseguir unos estudios, no
voy a dejarlos poniendo como escusa de que es demasiado difícil; eso es de
cobardes. Si quiero conquistar a un tío, no voy a vestirme como una puta y a
enseñarle mis muslos; porque eso es de cobardes. Porque si quieres algo de
verdad, vas a por ello. Cueste lo que cueste. Y si te tienes que poner a dieta,
te pones. Si tienes que dejarte los codos estudiando, lo haces. Y si te tienes
que pasarte todas las tardes hablando con un mismo chico para demostrarle que
no eres dos piernas y unas tetas, lo demuestras. Así que déjate de imposibles y
empieza a hacer posible lo que quieres. Que la vida, como muy bien debes saber,
es jodida; pero ahora te digo que le plantes cara y le demuestres lo hija de
puta que te puedes volver tú con tal de conseguir lo que quieres. No te rindas.
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