La vida se mide
en aquellas cosas que te hacen crecer día a día. Te hacen aprender un poco más…
y a veces, duele. Duele decepcionarse de gente con la que has compartido mil y
una cosas. Que saben mejor que nadie lo que te hace estar arriba, al límite, y
lo que te hace estar abajo, tocando fondo. Creo que de aquí un tiempo me reiré
de todas aquellas personas que han intentado humillarme y me han hecho comer
mierda de sus zapatos, aquellos que me han pisado. Siempre he pensado que después de la
tempestad, llega la calma, que lo malo tiene sus cosas buenas, que siempre hay
otra ventana o puerta donde puedo encontrar algo mejor, alguien mejor. Con el
paso del tiempo sólo quedan aquellas personas que merecen estar a tu lado, que
te corresponden en la vida... y déjame decirte que es ese el momento donde solo
cuentas con los dedos de una mano a los amigos, palabra que muchos se creen ser
y poco la cumplen. Hay que darse cuenta que tienes problemas peores por los que
preocuparte, que no por gente que no te valora y no te aprecia a su lado. Y son
aquellos los que al final están solos, las que piden ayuda y cuando tu la has
pedido, no la has tenido y entonces le repites “espabílate” pero tengo que
darte las gracias, porque gracias a tu falsedad, hipocresía, egoísmo y
palabrejas, te miro desde arriba, donde tu has estado y no volverás. Y no se le
llama rencor, se le llama: “Todo el
mundo prueba de su propia medicina, y no a todo el mundo le sienta bien”.
Con esto, y más
"Y ahora, mientras pueda, me sostengo con ambas manos, por que siempre creeré que no hay nada que necesite, excepto a ti"
jueves, 20 de septiembre de 2012
lunes, 10 de septiembre de 2012
La necesito a ella.
¿Dónde estás? Dónde habrán quedado todas esas ilusiones que
yo rompí. Dónde estarán aquellas sonrisas después del sonido del sms. Por dónde
aparecerán esas uñas mordidas y mal pintadas. Dónde estará ese cuerpo perfecto
del que tanto te quejas, y de esa sonrisa en proceso de perfección. Dónde irán
a parar todas mis camisas cuando salgas de la ducha y aquél cepillo rosa que
dejaste en mi vaso. Dónde estarán tus ganas de querer hacer cosas juntos y mis
ganas de que mi único movimiento sea el de los labios. Dónde quedará el brillo
de tus ojos color café y esa distancia de seguridad que tanto me gustaba sobre
pasar. Dónde estará la habitación a la que tenga que llevar las tostadas con mermelada.
Dónde irán todas las pulseras que llevas en las muñecas y tu facilidad para
cambiar de peinado. Dónde estarán tus celos repentinos y mis quejas por
tonterías. Dónde enviaré mis mensajes de buenas noches y a quién despertaré
comiéndomela a besos. Dónde encontraré a alguien que en vez de decirme te
quiero, solo me repita lo imbécil que soy. Dónde quedará esa forma tuya de
fruncir el ceño cada vez que te hago enfadar. Dónde enviaré esas rosas que
nunca podré comprar para nuestro décimo cumpleaños. Dónde lanzaré piedras a las
cuatro de la mañana para que me perdones. Dónde, cuándo y quién podrá superar
tus expectativas.
No quiero otra colonia, no quiero otra sonrisa, no quiero
otros besos. Yo solo te necesito a ti, aquí, ahora y hasta que el ocho tumbado
nos lo permita.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
No quiero.
No quiero princesas, ni ramos de rosas con espinas mal cortadas.
No quiero despertarme todas las mañanas a tu lado, ni tener que vivir algo
especial el catorce de febrero. No me da la gana ser tu blancanieves, ni que me
lleves a París. No quiero posesivos ni al verbo querer velando por mis oídos
las veinticuatro horas. Hace tiempo que dejé de creer en bebes en pañales lanzándome
flechas y en fuentes que cumplen deseos. No quiero que te obsesiones conmigo,
ni que te canses. No permito que superes la distancia de seguridad que he
creado para protegerme, ni que creas que podrás cambiar alguno de mis cientos
de defectos. No quiero que nuestros labios encajen, ni que mis ojos brillen al
mirarte. Ni que tu hombro sea cómodo ni que mi pelo no tenga enredos para
poderlo acariciar. No quiero fusionar nuestro ADN, ni que nuestra saliva se
mezcle. No quiero que mi respiración se agite al verte, ni que mi corazón se
contraiga al compás del tuyo. Que mi canción favorita no me recordará a ti y
que no pienso abandonar a Soledad por tu sonrisa. No quiero que te lances ni
que te asustes a mi reacción de cobra. No me da la gana que me digas lo mona
que soy cuando estoy celosa, ni a las ganas de matarte que me entran ese
momento. Me pegaré las pestañas para que no puedas pedir más deseos y cerraré
las ventanas para que los pájaros no canten al amanecer. Quiero que escondas
todas tus camisas y que no me prestes ninguna sudadera. Que no me riñas por
morderme las uñas y que no sonrías cada vez que me mancho la cara. No quiero
sacar del periódico la sección de deportes para dártela a ti, ni despertarme
los domingos comida a besos. No quiero susurrar ninguna palabra ñoña, ni que me
dediques canciones cada vez que me echas de menos. No quiero al SMS de buenas
noches, ni hablar de naranjas mal cortadas. Solo te quiero a ti y a esa jodida
manía en aumento de querer cambiar todo lo que acabo de decir; y podrás
conseguirlo. Solo pongo una condición; contigo.
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