He pasado gran parte de mi vida pensando en mi futuro. Que
si un buen trabajo, que si una buena carrera. Pensaba en esas tardes de fin de
semana en algún lago, con los colegas, dejando que pasase el tiempo. Poder
llegar a mudarme a algún sitio con salidas, y apartarme de ese pueblucho de
mierda. Pero desde que llegaste tú, con esa sonrisa, la curva más bonita de
todo tu cuerpo, y con esos ojos que brillaban como ningún otro; me di cuenta de
que ese futuro planeado no valía ni la mitad de lo que podríamos conseguir tú y
yo. En ese momento que te vi por primera vez, antes de pestañear, ya sabía que
estaba enamorado de ti. Quiero un futuro contigo. Vivir en uno de esos pueblos
que no conoce nadie. Tener una pequeña casita de madera y una chimenea para
aguantar los duros inviernos. Hablo de una casa pequeña, donde solo quepamos tú
y yo, nadie más. Pasarnos los domingos en la cama, durmiendo o haciendo lo que tú
quieras. Beber leche con ColaCao. Nada de café, eso es para los adultos con
problemas. Tener de vez en cuando escapadas a la ciudad para mezclarnos entre
la multitud. Tampoco quiero que me presentes a tus padres, ni yo quiero conocer
a los tuyos. Nada, nadie, solo tú y yo. Quiero entrar en casa, después de un
largo día trabajando, abrir la puerta de casa y encontrarte en ropa interior,
manchada de chocolate porque acabas de merendar. No hace falta que trabajes, no
hace falta que madures, no quiero que crezcas. No quiero que cambies nada de lo
que eres ahora. Como comprobarás, lo he planeado mucho o quizás demasiado. Pero
no pasa nada, no hay ningún problema si no te gusta. Lo cambiamos todo; ciudad,
casa grande, domingos en la calle, ver a tus padres de vez en cuando, café; lo
que tú quieras.
No me importa dónde, cuándo, cómo ni qué. Solo pongo una
condición: Contigo.
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